exigencias

Seguramente estemos en uno de los momentos sociales más complejos de la historia de la humanidad. En las últimas décadas se ha producido quizás el cambio más importante en la sociedad desde que el mundo es mundo, la completa integración de la mujer en la vida laboral, la equiparación del papel de la mujer al del hombre. Además, el absoluto dominio del capitalismo en el mundo salvo algunos reductos, la introducción de las nuevas tecnologías, la eliminación de fronteras entre países y la crisis financiera constriñe el mundo desde hace más de tres años, ha dado como resultado un mundo convulso, en el que son frecuentes y habituales las protestas de ciudadanos contra el sistema y todo aquel que parezca culpable de la situación heredada.

En estas protestas, como en tantas otras, es relativamente sencillo encontrar pancartas o carteles con demandas, en las que se incluye la inmediatez como respuesta. “Democracia real ya”, “Nueva ley electoral ya”, “AVE a Cantabria ya”.

Dichas demandas tienen, en mi opinión, dos características que hacen que pierdan su sentido:
. Por un lado no son exigencias realistas, puesto que el solicitar “Democracia real” de una manera inmediata, es ignorar que dichos objetivos necesitan de mucho tiempo para ser realizados. Solicitamos algo que no es posible, que sabemos que no es posible. Si, sirve para desahogarnos, pero no estamos siendo justos.
. Por otro lado son cientos las demandas de cualquier tipo que se convierten en exigencias. Es relativamente sencillo. Lo único necesario es tener un cartón, un rotulador, escribir cualquier demanda y añadir la palabra “YA”, en mayúsculas si es posible, al lado. Para mejor difusión, es necesario llevarla a cualquier reunión, manifestación, asamblea o similar en el que haya medios acreditados, y hacer lo posible por salir en la foto. Et.. voilá! Creamos opinión, y alarmamos con el “YA”. Por cierto, si le añades un signo de admiración al final, mejor aún!! “YA!!!” Sin embargo, si todas las demandas, de la envergadura que sean, las convertimos en exigencias, descubriremos que tenemos miles de exigencias que atender, pero ninguna demanda. Todo se nivela, todo adquiere el mismo nivel de importancia. Que es como decir que nada tiene importancia.

Con ambas características, estas exigencias, en mi opinión, pierden todo su interés y fuerza, se convierten en fondos de pantalla, en lugares comunes, en nostalgia vaporosa, en un rumor que se convierte en ruido de fondo, justo lo contrario de lo que se desea.

Demos la importancia que tienen a nuestras solicitudes, no exijamos para ya cosas imposibles, ni demos la máxima importancia a cualquier pequeña cosa que deseemos o anhelemos. Todo tiene medida, todo se puede evaluar de 0 a 100, todo es más comprensible si conocemos nuestros límites.

Esto no es una crítica a un movimiento concreto, es una reflexión sobre como nos exigimos a nosotros mismos, sobre lo honestos que somos con nosotros mismos.

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